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La primera y principal persona con las que nos relacionamos es siempre la misma: nosotros. Dependiendo del cómo nos relacionamos con nosotros mismos, lo hacemos con los demás.
El problema reside en el hecho de que no nos enseñan ni ofrecen el ejemplo necesario para relacionarnos con nosotros mismos desde el amor, sino, por el contrario, desde la negación y el autoengaño.
A qué nos conduce semejante forma de “aprendizaje” debiera resultar obvio: a la imposibilidad de relacionarnos con nosotros mismos y con las personas que nos rodean desde el auto control y la honestidad.
Si descubriésemos que una serpiente de cascabel se ha colado en nuestra casa…
¿De qué nos serviría convencernos de no haberla visto solo para evitarnos el engorro de tener que sacarla?
La respuesta a esta pregunta es evidente.
¿Por qué entonces cuando nos encontramos con partes de nuestra personalidad que no se hallan en buen estado y reconocemos tóxicas para nosotros y aquellas personas con las que nos relacionamos, ponemos tanto empeño por negar su existencia y alejarlas de la luz de nuestra consciencia? ¿Acaso creemos que desaparecerán por sí solas y no perjudicarán a nadie con su lastimoso estado de ser solo por convencernos de no haberlas visto?
Desde luego que eso es lo que a nuestro egoísmo le interesa creer. Pero, obviamente, las cosas no funcionan así.
EL GRAN MAPA de consciencia DEL AMOR y las relaciones, tiene como principal objetivo señalarnos en qué momentos y por qué razones decidimos correr el tupido velo del autoengaño que, debilitando nuestra consciencia y capacidad de amar, alimenta nuestro subconsciente y nos incapacita para relacionarnos con nosotros mismos y otras personas de forma saludable.